lunes, 2 de marzo de 2015
NO MENOSPRECIES LO PEQUEÑO
miércoles, 25 de febrero de 2015
NO VAYAS EN CONTRA DE DIOS
- Allí está esa joven que piensa que porque él la ama puede quebrar un mandato bíblico.
- Allí está ese hombre que porque el negocio le está saliendo piensa que Dios se agrada en la manera en que se comporta.
- Allí esta ese pastor que porque la gente se convierte piensa que Dios avala la manera en que se conduce.
UNA LISTA DE TEMAS PENDIENTES
- Confiar en la bondad de Dios.
- Descansar en la seguridad del propósito.
- Entender que Dios cumple lo prometido.
- Toda circunstancia se puede soportar en Dios.
martes, 24 de febrero de 2015
TRABAJAR PRIORIZANDO
GENTE CON POTENCIAL
viernes, 28 de enero de 2011
Oracion y evangelización
JOHN STOTT
La verdad es poderosa cuando se la defiende con argumentos; es más poderosa aún cuando se la exhibe. Porque la gente necesita no sólo comprender el argumento, sino ver la manifestación de sus beneficios. Una enfermera cristiana en un hospital, una maestra en una escuela, una secretaria en una oficina, un vendedor en un negocio, y un obrero en una fábrica, pueden ser de una influencia que supera toda proporción de números y porcentajes. Y ¿quién puede calcular la influencia para bien que puede tener en un vecindario un hogar cristiano, en el cual el marido y la mujer son fieles y encuentran plena satisfacción el uno en el otro, y sus hijos se forman en la seguridad y la disciplina del amor, y la familia no se encierra en sí misma sino que se brinda a la comunidad? Los cristianos somos personas señaladas tanto en el trabajo como en el hogar y el mundo nos observa.
Más aún que la influencia del ejemplo de individuos y familias cristianas es la de la iglesia local. Pues el propósito de Dios para la Iglesia es que sea su comunidad nueva y redimida, que encarne los valores del Reino. El doctor John Howard Yoder afirma que no debemos subestimar “el poderoso impacto… que tiene la creación de un grupo social alternativo”. Pues “la estructura social primaria por medio de la cual el evangelio obra para cambiar otras estructuras, es de la comunidad cristiana”.1
Pero ¿cómo transforma la comunidad nueva a la vieja? El Informe de Grand Rapids ofrece una buena respuesta:
En primer término, la nueva comunidad debe constituir un desafío a la vieja. Sus valores e ideales, sus normas morales y relaciones, su estilo de vida sacrificial, su amor, alegría y paz: éstas son las señales del Reino… y ofrecen a la sociedad una alternativa social radical…
En segundo término, como el mundo vive junto a la comunidad del Reino, algunos valores del Reino se derraman sobre la sociedad en su totalidad, de manera que la industria, el comercio, la legislación y las instituciones están imbuidas en cierta medida de los valores del Reino. La llamada sociedad “cristianizada” no es el Reino de Dios, pero tiene una deuda para con el Reino, que con frecuencia no se reconoce. Sin embargo, el modelo del “derramamiento” tiene sus limitaciones porque concibe a las dos comunidades como independientes e interrelacionadas, como dos recipientes uno al lado del otro, a la vez que el contenido de uno se derrama sobre el otro. Las metáforas de la sal, la luz y la levadura que emplea Jesús son más dinámicas pues cada una implica la penetración de la vieja comunidad por la nueva.2
Los pequeños grupos de cristianos pueden ser la manifestación visible del evangelio. También pueden hacer uso de todos los medios que ya hemos mencionado para influir en la sociedad. Hay poder en la oración y en el evangelio; hay aún más poder si nos unimos para orar y evangelizar. Hay poder en el testimonio y la protesta; hay aún más poder si nos unimos para dar testimonio y actuar juntos.
El grupo fue la modalidad que el Señor mismo eligió. Él comenzó con los doce. Y en la historia de la iglesia abundan los ejemplos de la influencia estratégica de los pequeños grupos. En el siglo XVI los primeros reformadores se reunían en Cambridge en la hostería White Horse para estudiar el Nuevo Testamento de Erasmo; en el siglo XVIII en Oxford, el Club Santo, al que pertenecían Whitefield y los Wesley, si bien se dedicaban a estériles buenas obras, constituyeron el trasfondo para el primer avivamiento evangélico; y en el siglo XIX en Londres la Secta Clapham apoyó a Wiberforce en la campaña contra la esclavitud y a muchas otras causas sociales y religiosas.
Actualmente uno de los rasgos más prometedores de la vida de la iglesia moderna es la búsqueda de la experiencia de los pequeños grupos. Miles de congregaciones se han dividido en pequeños grupos de comunión o grupos hogareños. Muchas iglesias además alientan la formación de grupos con intereses especiales: equipos de visitación, grupos de oración misionera, grupos de música, grupos interesados en la problemática contemporánea, grupos de lectura, grupos de estudio y acción social; las posibilidades son innumerables.
Luego existen las comunidades que experimentan nuevas formas de vivir, compartir y/o trabajar juntos, como la Comunidad Kairós en Buenos Aires (para la reflexión teológica sobre el discipulado en el mundo secular), la comunidad Sojourners en Washington DC (abocada a la publicación de la revista Sojourners, a promover el trabajo por la paz y la justicia, y a servir a las familias negras del lugar), y TRACI en Nueva Delhi (el Instituto de Investigación y Comunicación de Pensadores y Escritores Jóvenes de la India).
En Gran Bretaña existen grupos como el Proyecto Shaftesbury (que fomenta la investigación y la acción relacionada con la participación de los cristianos en la sociedad), CARE (Investigación y Educación de la Acción Cristiana, que promueve valores morales en la sociedad), y podría mencionar el London Institute for Contemporary Chistianity (que promueve la integración del discipulado bajo el señorío de Cristo y la penetración en el mundo secular para él).
Dom Helder Camara, arzobispo de Recife, al noreste de Brasil, es un líder católico muy respetado, que cree firmemente en el potencial de los pequeños grupos. Acusado de subversivo, se le prohibe el acceso a los medios de comunicación y vive constantemente amenazado de muerte; este “pacificador violento” (como se lo ha llamado) está comprometido con la justicia y la paz. Después de viajar durante varios años por el mundo, ahora tiene más fe en los grupos. Estimula la formación de “minorías abrahámicas” (así llamadas “porque al igual que Abraham esperamos aún cuando ya no hay esperanza”)3 en el vecindario, la universidad y los gremios, en los medios masivos de comunicación, entre los empresarios, los políticos y las fuerzas armadas.
Movidos por una sed común de justicia y paz, reúnen información; tratan de diagnosticar los problemas estructurales de desempleo, vivienda y explotación de los trabajadores; combinan las diferentes experiencias y emprenden la acción de “paz violenta” que consideran adecuada. Dom Helder está persuadido de que tales grupos minoritarios tienen “el poder del amor y la justicia que pueden compararse a la energía nuclear encerrada durante millones de años en los átomos diminutos, esperando ser liberada”.4
“Todas estas minorías unidas podrían transformarse en una fuerza irresistible”, agrega.5 Algunos se burlan, pero él persevera. “Sé bien que mi plan puede traer a la memoria el combate contra Goliat. Pero la mano de Dios estaba con el joven pastor, y David venció al filisteo con su fe, una honda y cinco piedras”.6 En otra parte nos exhorta: “Recuerden que a lo largo de los siglos la humanidad ha estado bajo la dirección de minorías”.7
Este contraste entre el gigante y el muchacho, la espada y la honda, la jactanciosa altivés y la humilde confianza es característico de la actividad de Dios en el mundo. Tom Sine lo ha captado bien en su libro The Mustard Seed Conspiracy (La conspiración de la semilla de mostaza), cuyo título alude a la diminuta semilla a partir de la cual crece un gran arbusto. El subtítulo de la obra es “Puedes influir sobre el agitado mundo de mañana”. Sine escribe:
Jesús nos ha revelado un secreto asombroso. Dios ha elegido cambiar el mundo por medio de los humildes, los que carecen de pretensiones y los que pasan inadvertidos… Ésa ha sido siempre la estrategia de Dios: cambiar el mundo por medio de la conspiración de los insignificantes. Eligió a un puñado de andrajosos esclavos semitas para que se convirtieran en los insurgentes del nuevo orden… ¡Y quién hubiera soñado que Dios iba a decidir obrar por medio de un bebé en un establo para poner en orden el mundo! “Lo necio del mundo escogió Dios… lo débil… lo vil… lo menospreciado… y lo que no es… Dios aún mantiene la política de obrar por medio de lo vergonzosamente insignificante para cambiar el mundo y crear su futuro…8
“Lo vergonzosamente insignificante”. Siento la necesidad de subrayar este criterio aparentemente invertido que Dios ha adoptado. Al mismo tiempo, desearía fervientemente que comprendiésemos su realismo. Lo que a las minorías les falta en números lo compensan con convicción y compromiso. En apoyo a este argumento citaré a un conocido sociólogo norteamericano. Robert Bellah es un especialista en religión civil, y en la influencia de la religión y la ética en la política. Está al frente de una cátedra en el Departamento de Sociología de la Universidad de California, Berkeley, y también en el Centro de Estudios Japoneses y Coreanos. En una entrevista para la revista Psychology Today (enero 1976) realizada por Sam Keen dijo:
Pienso que no deberíamos subestimar la importancia de los pequeños grupos de personas que tienen una nueva visión de un mundo justo y pacífico. En Japón una minoría muy reducida de cristianos protestantes introdujo la ética en la política y causó un impacto que no tiene relación con su número. Desempeñó un papel fundamental en la iniciación del movimiento por los derechos de la mujer, los gremios, los partidos socialistas, y virtualmente de todos los movimientos reformistas. La calidad de una cultura puede transformarse cuando el dos por ciento de su población tiene una nueva visión.
Los cristianos suman menos del dos por ciento en Japón, pero un porcentaje mucho más elevado en muchos otros países. Podríamos ejercer una poderosa influencia en la sociedad, en términos de evangelización y acción social, para la gloria de Dios. Por lo tanto, no existe ninguna razón para que el sentido de alienación persista.
(Extractos del capítulo 4 del libro “La fe cristiana frente a los desafíos contemporáneos”, John Stott, Edit. Nueva Creación, 1991)
Notas
1. John Hoard Yoder, Jesús y la realidad política, Certeza, 1985, pp. 82 y 116.
2. Evangelism and Social Responsability: An Evangelical Commitment, 1982, p. 34.
3. Dom Helder Camara, Spiral Of Violence, Sheed & Ward, 1971, p. 69.
4. Dom Helder Camara, The Desert is Fertile, Sheed & Ward, 1974, p.3.
5. Spiral of Violence, p. 43
6. Dom Helder Camara, Race Against Time, Sheed & Ward, 1971, pp. vii viii.
7. Ibid., p. 17.
8. Tom Sine, The Mustard Seed Conspiracy, Word, 1981, pp. 11 12.
FUENTE: http://www.compromisocristiano.com/evangelizacion/oracion-y-evangelizacion.html
martes, 30 de marzo de 2010
¡Dios es Dios!
El reino de Dios está aquí y ahora, aunque escondido a los ojos de la mayoría. Pero ese reino, en toda su perfección y esplendor, llegará pronto y llenará el universo “como las aguas cubren el mar
¡Dios es Dios!: aquí nuestro punto de partida. Todo lo concerniente al reino de Dios está basado en esta verdad, el tema central de toda la Biblia. “En el principio Dios…; y dijo Dios…; e hizo Dios…; y llamó Dios…; y fue así” (Génesis, capítulo 1). “Yo soy el que soy” (Exodo 3. 14). “Mis pensamientos no son vuestros pensamientos, ni vuestros caminos mis caminos, dijo Jehová. Como son más altos los cielos que la tierra, así son mis caminos más altos que vuestros caminos, y mis pensamientos más que vuestros pensamientos” (Isaías 55.8-9).
“Yo soy el Alfa y la Omega, principio y fin, dice el Señor, el que es y que era y que ha de venir, el Todopoderoso” (Apocalipsis 1.8). “¡Oh profundidad de las riquezas de la sabiduría y de la ciencia de Dios! ¡Cuán insondables son sus juicios, e inescrutables sus caminos! Porque ¿quién entendió la mente del Señor? ¿O quién fue su consejero? ¿O quién le dio a él primero, para que le fuese recompensado? Porque de él, y por él, y para él, son todas las cosas. A él sea la gloria por los siglos. Amén” (Romanos 11.33-36).
Para comprender cómo Dios se relaciona con el hombre y con el universo, es imprescindible comprender a Dios aparte de su relación con lo creado. Comprender a Dios -hasta donde lo podemos imaginar- en un vacío, antes de que existiera nada de lo que vemos y palpamos. Porque sólo cuando comenzamos a pensar en Dios fuera de las dimensiones del tiempo y espacio -sólo cuando nos sentimos pasmados y confusos frente a lo que nuestra mente humana no puede captar -, nos daremos cuenta, hasta cierto punto, de quién es Dios.
Como hombres, es imposible entrar en las dimensiones de Dios, y dificilísimo intentarlo siquiera. Siempre concebimos a Dios en términos nuestros, un superhombre que trasciende nuestras barreras, pero no un Ser que en absoluto se rige por ellas, un Ser para quien el tiempo y el espacio no existen excepto como herramientas que utiliza en relación con su universo. Siempre nos expresamos en términos del pasado, presente y futuro, en términos del más acá y más allá.
El pensamiento teológico siempre quiere meter a Dios dentro de definiciones y esquemas. Y en la práctica de la vida cristiana, insistimos en que quepa dentro de nuestras ideologías y programas. Nuestro antropocentrismo y egocentrismo lo quieren encasillar a toda costa. En lugar de dejarnos abiertos a que Dios se nos revele, hacemos lo imposible por crearlo a nuestra imagen. Como cristianos, automáticamente suponemos que lo divino debe identificarse con lo nuestro: pensamientos e ideas, sentimientos y emociones, deseos y metas, alegrías y tristezas.
Las polémicas y frustraciones más grandes en nuestro pensar teológico -el misterio de la Trinidad, la deidad y la humanidad de Jesucristo, la soberana elección de Dios y el libre albedrío del hombre- nacen del deseo de encerrar a Dios dentro del marco nuestro. Pregunta un escritor: “¿El amarillo es cuadrado o redondo? ¿El verde es pesado o liviano? Estoy convencido de que la mayoría de nuestras preguntas acerca de Dios son así de absurdas. No es que no sepamos las respuestas. Es que no sabemos las preguntas”.
Dios es categórico y absoluto. Hace lo que quiera, con quien quiera, cuando quiera y donde quiera. No está obligado a dar razón a nadie de qué hace ni por qué, y nadie tiene derecho de cuestionárselo. No lo conocemos en términos de nada ni de nadie, pero todo se conoce en relación con él. Dios es amor, no el amor es Dios. Dios es santidad, justicia y misericordia, y estas propiedades se conocen solamente de acuerdo con la definición que les da el carácter de Dios.
Por definición, Dios no necesita de nadie ni debe nada a nadie. Sus únicas limitaciones son las de su propio carácter. Es el iniciador, el punto de partida y el fin de todo. Si fuera hombre, le acusaríamos de egoísta. Pero el egoísmo es colocarnos en el lugar que no nos corresponda, y querer que todo gire en derredor nuestro. Con Dios, no hay lugar que no le corresponda, y, como centro del universo, todo gira alrededor de él.
Dios actúa siempre de acuerdo con su carácter: amor, justicia, santidad, misericordia. Bendice a toda la humanidad -”hace salir su sol sobre malos y buenos, y…hace llover sobre justos e injustos”-. Por su propio carácter, obra siempre de pura gracia. A los que nos hemos puesto bajo su soberanía, nos colma de las bendiciones especiales que tiene reservadas para sus hijos. Somos siervos del Rey, amigos del Rey e hijos del Rey.
El universo responde a esta soberanía absoluta, y toda la humanidad responderá un día, quiera o no quiera. El primer capítulo del Evangelio según San Juan nos dice que Dios, en Jesucristo, vino a lo que había creado, y que sus criaturas, en su gran mayoría, no lo quisieron recibir. Pero a los que sí lo recibimos, nos da poder de ser hechos hijos de Dios, de estar absorbidos eternamente dentro de su soberanía. En las palabras del Catecismo de Westminster: “El fin principal del hombre es glorificar a Dios y gozar de él para siempre”. Dios nos envuelve dentro de sus planes para el universo, para los cuales fuimos destinados por la creación y pre-destinados por la redención. Y todo culminará en la gloriosa escena pintada en el Apocalipsis: “El trono de Dios y del Cordero estará en ella (la ciudad celestial), y sus siervos le servirán, y verán su rostro, y su nombre estará en sus frentes. No habrá allí más noche; y no tienen necesidad de luz de lámpara, ni de luz de sol, porque Dios su Señor los iluminará,y reinarán por los siglos de los siglos”.
No nos equivoquemos. Dios está en su trono, y jamás lo ha abandonado. Nada se mueve que no sea por su voluntad. Aunque nos resulte difícil de aceptar, hasta Satanás actúa y el mal sigue existiendo sólo porque Dios lo permite (como vemos en el caso de Job). Pero un día Dios dirá: “¡Basta!”, y empezará a reinar a ojos no solamente de sus escogidos, como ahora, sino de todo el universo. La idea de que hay una lucha cósmica entre el bien y el mal, en la cual está en duda quién saldrá victorioso, es totalmente ajena a la Palabra de Dios. Dios hizo, Dios mantiene, Dios ordena, Dios permite y Dios perfeccionará todo en la segunda venida de Jesucristo. Mientras tanto, Satanás reina en la tierra y en la vida de la mayoría de los hombres. Pero lo hace bajo la mano soberana de Dios.
El reino de Dios está aquí y ahora, aunque escondido de los ojos de la mayoría. Pero ese reino, en toda su perfección y resplandor, llegará pronto, y llenará el universo “como las aguas cubren el mar”. Exclamamos con Juan el apóstol: “Amen; sí, ven Señor Jesús”. ¡Dios es Dios!
Por GUILLERMO DAVID SOMMERVILLE
Fuente: http://www.compromisocristiano.com