viernes, 28 de enero de 2011

Oracion y evangelización

JOHN STOTT

La verdad es poderosa cuando se la defiende con argumentos; es más poderosa aún cuando se la exhibe. Porque la gente necesita no sólo comprender el argumento, sino ver la manifestación de sus beneficios. Una enfermera cristiana en un hospital, una maestra en una escuela, una secretaria en una oficina, un vendedor en un negocio, y un obrero en una fábrica, pueden ser de una influencia que supera toda proporción de números y porcentajes. Y ¿quién puede calcular la influencia para bien que puede tener en un vecindario un hogar cristiano, en el cual el marido y la mujer son fieles y encuentran plena satisfacción el uno en el otro, y sus hijos se forman en la seguridad y la disciplina del amor, y la familia no se encierra en sí misma sino que se brinda a la comunidad? Los cristianos somos personas señaladas tanto en el trabajo como en el hogar y el mundo nos observa.

Más aún que la influencia del ejemplo de individuos y familias cristianas es la de la iglesia local. Pues el propósito de Dios para la Iglesia es que sea su comunidad nueva y redimida, que encarne los valores del Reino. El doctor John Howard Yoder afirma que no debemos subestimar “el poderoso impacto… que tiene la creación de un grupo social alternativo”. Pues “la estructura social primaria por medio de la cual el evangelio obra para cambiar otras estructuras, es de la comunidad cristiana”.1

Pero ¿cómo transforma la comunidad nueva a la vieja? El Informe de Grand Rapids ofrece una buena respuesta:

En primer término, la nueva comunidad debe constituir un desafío a la vieja. Sus valores e ideales, sus normas morales y relaciones, su estilo de vida sacrificial, su amor, alegría y paz: éstas son las señales del Reino… y ofrecen a la sociedad una alternativa social radical…

En segundo término, como el mundo vive junto a la comunidad del Reino, algunos valores del Reino se derraman sobre la sociedad en su totalidad, de manera que la industria, el comercio, la legislación y las instituciones están imbuidas en cierta medida de los valores del Reino. La llamada sociedad “cristianizada” no es el Reino de Dios, pero tiene una deuda para con el Reino, que con frecuencia no se reconoce. Sin embargo, el modelo del “derramamiento” tiene sus limitaciones porque concibe a las dos comunidades como independientes e interrelacionadas, como dos recipientes uno al lado del otro, a la vez que el contenido de uno se derrama sobre el otro. Las metáforas de la sal, la luz y la levadura que emplea Jesús son más dinámicas pues cada una implica la penetración de la vieja comunidad por la nueva.2

Los pequeños grupos de cristianos pueden ser la manifestación visible del evangelio. También pueden hacer uso de todos los medios que ya hemos mencionado para influir en la sociedad. Hay poder en la oración y en el evangelio; hay aún más poder si nos unimos para orar y evangelizar. Hay poder en el testimonio y la protesta; hay aún más poder si nos unimos para dar testimonio y actuar juntos.

El grupo fue la modalidad que el Señor mismo eligió. Él comenzó con los doce. Y en la historia de la iglesia abundan los ejemplos de la influencia estratégica de los pequeños grupos. En el siglo XVI los primeros reformadores se reunían en Cambridge en la hostería White Horse para estudiar el Nuevo Testamento de Erasmo; en el siglo XVIII en Oxford, el Club Santo, al que pertenecían Whitefield y los Wesley, si bien se dedicaban a estériles buenas obras, constituyeron el trasfondo para el primer avivamiento evangélico; y en el siglo XIX en Londres la Secta Clapham apoyó a Wiberforce en la campaña contra la esclavitud y a muchas otras causas sociales y religiosas.

Actualmente uno de los rasgos más prometedores de la vida de la iglesia moderna es la búsqueda de la experiencia de los pequeños grupos. Miles de congregaciones se han dividido en pequeños grupos de comunión o grupos hogareños. Muchas iglesias además alientan la formación de grupos con intereses especiales: equipos de visitación, grupos de oración misionera, grupos de música, grupos interesados en la problemática contemporánea, grupos de lectura, grupos de estudio y acción social; las posibilidades son innumerables.

Luego existen las comunidades que experimentan nuevas formas de vivir, compartir y/o trabajar juntos, como la Comunidad Kairós en Buenos Aires (para la reflexión teológica sobre el discipulado en el mundo secular), la comunidad Sojourners en Washington DC (abocada a la publicación de la revista Sojourners, a promover el trabajo por la paz y la justicia, y a servir a las familias negras del lugar), y TRACI en Nueva Delhi (el Instituto de Investigación y Comunicación de Pensadores y Escritores Jóvenes de la India).

En Gran Bretaña existen grupos como el Proyecto Shaftesbury (que fomenta la investigación y la acción relacionada con la participación de los cristianos en la sociedad), CARE (Investigación y Educación de la Acción Cristiana, que promueve valores morales en la sociedad), y podría mencionar el London Institute for Contemporary Chistianity (que promueve la integración del discipulado bajo el señorío de Cristo y la penetración en el mundo secular para él).

Dom Helder Camara, arzobispo de Recife, al noreste de Brasil, es un líder católico muy respetado, que cree firmemente en el potencial de los pequeños grupos. Acusado de subversivo, se le prohibe el acceso a los medios de comunicación y vive constantemente amenazado de muerte; este “pacificador violento” (como se lo ha llamado) está comprometido con la justicia y la paz. Después de viajar durante varios años por el mundo, ahora tiene más fe en los grupos. Estimula la formación de “minorías abrahámicas” (así llamadas “porque al igual que Abraham esperamos aún cuando ya no hay esperanza”)3 en el vecindario, la universidad y los gremios, en los medios masivos de comunicación, entre los empresarios, los políticos y las fuerzas armadas.

Movidos por una sed común de justicia y paz, reúnen información; tratan de diagnosticar los problemas estructurales de desempleo, vivienda y explotación de los trabajadores; combinan las diferentes experiencias y emprenden la acción de “paz violenta” que consideran adecuada. Dom Helder está persuadido de que tales grupos minoritarios tienen “el poder del amor y la justicia que pueden compararse a la energía nuclear encerrada durante millones de años en los átomos diminutos, esperando ser liberada”.4

“Todas estas minorías unidas podrían transformarse en una fuerza irresistible”, agrega.5 Algunos se burlan, pero él persevera. “Sé bien que mi plan puede traer a la memoria el combate contra Goliat. Pero la mano de Dios estaba con el joven pastor, y David venció al filisteo con su fe, una honda y cinco piedras”.6 En otra parte nos exhorta: “Recuerden que a lo largo de los siglos la humanidad ha estado bajo la dirección de minorías”.7

Este contraste entre el gigante y el muchacho, la espada y la honda, la jactanciosa altivés y la humilde confianza es característico de la actividad de Dios en el mundo. Tom Sine lo ha captado bien en su libro The Mustard Seed Conspiracy (La conspiración de la semilla de mostaza), cuyo título alude a la diminuta semilla a partir de la cual crece un gran arbusto. El subtítulo de la obra es “Puedes influir sobre el agitado mundo de mañana”. Sine escribe:

Jesús nos ha revelado un secreto asombroso. Dios ha elegido cambiar el mundo por medio de los humildes, los que carecen de pretensiones y los que pasan inadvertidos… Ésa ha sido siempre la estrategia de Dios: cambiar el mundo por medio de la conspiración de los insignificantes. Eligió a un puñado de andrajosos esclavos semitas para que se convirtieran en los insurgentes del nuevo orden… ¡Y quién hubiera soñado que Dios iba a decidir obrar por medio de un bebé en un establo para poner en orden el mundo! “Lo necio del mundo escogió Dios… lo débil… lo vil… lo menospreciado… y lo que no es… Dios aún mantiene la política de obrar por medio de lo vergonzosamente insignificante para cambiar el mundo y crear su futuro…8

“Lo vergonzosamente insignificante”. Siento la necesidad de subrayar este criterio aparentemente invertido que Dios ha adoptado. Al mismo tiempo, desearía fervientemente que comprendiésemos su realismo. Lo que a las minorías les falta en números lo compensan con convicción y compromiso. En apoyo a este argumento citaré a un conocido sociólogo norteamericano. Robert Bellah es un especialista en religión civil, y en la influencia de la religión y la ética en la política. Está al frente de una cátedra en el Departamento de Sociología de la Universidad de California, Berkeley, y también en el Centro de Estudios Japoneses y Coreanos. En una entrevista para la revista Psychology Today (enero 1976) realizada por Sam Keen dijo:

Pienso que no deberíamos subestimar la importancia de los pequeños grupos de personas que tienen una nueva visión de un mundo justo y pacífico. En Japón una minoría muy reducida de cristianos protestantes introdujo la ética en la política y causó un impacto que no tiene relación con su número. Desempeñó un papel fundamental en la iniciación del movimiento por los derechos de la mujer, los gremios, los partidos socialistas, y virtualmente de todos los movimientos reformistas. La calidad de una cultura puede transformarse cuando el dos por ciento de su población tiene una nueva visión.

Los cristianos suman menos del dos por ciento en Japón, pero un porcentaje mucho más elevado en muchos otros países. Podríamos ejercer una poderosa influencia en la sociedad, en términos de evangelización y acción social, para la gloria de Dios. Por lo tanto, no existe ninguna razón para que el sentido de alienación persista.

(Extractos del capítulo 4 del libro “La fe cristiana frente a los desafíos contemporáneos”, John Stott, Edit. Nueva Creación, 1991)

Notas

1. John Hoard Yoder, Jesús y la realidad política, Certeza, 1985, pp. 82 y 116.
2. Evangelism and Social Responsability: An Evangelical Commitment, 1982, p. 34.
3. Dom Helder Camara, Spiral Of Violence, Sheed & Ward, 1971, p. 69.
4. Dom Helder Camara, The Desert is Fertile, Sheed & Ward, 1974, p.3.
5. Spiral of Violence, p. 43
6. Dom Helder Camara, Race Against Time, Sheed & Ward, 1971, pp. vii viii.
7. Ibid., p. 17.
8. Tom Sine, The Mustard Seed Conspiracy, Word, 1981, pp. 11 12.

FUENTE: http://www.compromisocristiano.com/evangelizacion/oracion-y-evangelizacion.html